Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

martes, 12 de junio de 2012

SANTO ROSARIO MEDITADO (PRIMERA PARTE, MISTERIOS GOZOSOS)


PRIMER MISTERIO, DE LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS


¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada María Madre de Dios! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que recibiste cuando del Ángel San Gabriel fuiste saludada con aquellas dulces palabras: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo; y te anunció cómo el Hijo de Dios venía a hacerse hombre en tus virginales entrañas para remedio de los hombres; y tú, Señora, con profunda humildad le respondiste: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Petición.- Suplícote me alcances de tu Hijo muy amado perfecta humildad, con que en todas las cosas me disponga a hacer su santísima voluntad

 
SEGUNDO MISTERIO, DE LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SANTA ISABEL


¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Abogada nuestra! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que tu ánima sintió, cuando con encendida caridad fuiste apresuradamente a visitar a tu parienta Santa Isabel, y estuviste en su compañía casi tres meses; con cuya visitación el niño, San Juan, fue en el vientre de su madre santificado; y Tú, Señora, fuiste por Madre de Dios conocida de ella y alabada.

Petición.- Suplícote me alcances de tu precioso Hijo ferviente caridad para con el prójimo, y que mi alma merezca recibir de Dios la santificación y conocimiento de los divinos misterios.

 
TERCER MISTERIO, DEL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS


¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Reina de los Ángeles! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que tu ánima sintió cuando de tus virginales entrañas nació el Hijo de Dios para remedio del hombre. Y con gozo y reverencia admirable, en pobres pañales envuelto, y en el pesebre, reclinado sobre el heno, entre los animales, le adoraste como a verdadero Dios; en cuyo nacimiento cantó la milicia angélica: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

Petición.- Suplícote me alcances de este tu precioso Hijo amor de la verdadera pobreza, con que desasido de las cosas del mundo pueda perfectamente servir a Dios.

 
CUARTO MISTERIO, DE LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO


¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Jardín de virtudes! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que sentiste cuando después de haber sido tu Hijo de los Ángeles glorificado, y de los pastores visitado, y de los tres Reyes adorado, cumplidos cuarenta días, lo llevaste a presentar al Templo, donde por el Santo Simeón fue conocido, y del la Santa viuda Ana ante todos confesado.

Petición.- Suplícote presentes a mí, siervo tuyo, ante el acatamiento de la Divina Majestad, para que dignamente en su Santo Templo y en todo lugar pueda anunciar y confesar la gloria y alabanzas del Señor.

 
QUINTO MISTERIO, CUANDO FUE HALLADO EN EL TEMPLO ENTRE LOS DOCTORES


¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Amparo de los tristes! Yo te ofrezco humildemente este misterio, al gozo que recibiste cuando después de la aflicción de tu alma, por haber perdido al niño Jesús, lumbre de tus ojos, le hallaste en el Templo, después de tres días, en medio de los Doctores, oyéndoles y preguntándoles con admirable sabiduría; y se volvió en tu compañía a la ciudad de Nazaret; y fue sujeto a Ti y a San José, estopo tuyo.

Petición.- Suplícote me alcances entero consuelo en las tribulaciones, conformidad con la voluntad de Dios, para que con perfecta humildad y obediencia sirva a la Divina Majestad.

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