Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

viernes, 1 de marzo de 2013

ORACIÓN A LA MADRE ADMIRABLE

Salve, María, llena de gracia, luz refulgente, en la que resplandecen las tres Divinas Personas

Salve, María, llena de gracia, luz refulgente, en la que resplandecen las tres Divinas Personas.

Vuestro nombre, ¡oh María!, es un bálsamo derramado sobre nuestras heridas, y el auxilio que siempre suspiramos para nosotros, para que iluminéis a los hijos, dirijáis y consoléis a los que peregrinan miserablemente por este valle de lágrimas, puestos sus ojos en Vos, ¡oh propicia estrella nuestra!

Bendita sois entre todas las mujeres, porque el Señor os escogió para que fueseis la Madre del Verbo hecho carne, no permitiendo que vuestra suavísima belleza fuese manchada por el pecado.

Bendito es el fruto de vuestras entrañas, Jesús, porque por Vos nos ha sido dado como único Salvador que nos redimió de la muerte y nos volvió a abrir las puertas del cielo.

Santa María, Madre de Dios, rogad por nosotros que luchamos ahora en la tierra. Sed siempre para nosotros el refugio, para que en la hora bendita de la muerte podamos mirar vuestro suave rostro en los resplandores de la eternidad. Así sea.

A los fieles que recitasen piadosamente esta oración, al menos con el corazón contrito, se les concede 300 días de indulgencias por cada vez; mas, si lo han hecho cada día durante un mes seguido, y reciben los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, y ruegan además por las intenciones del Romano Pontífice, se les concede Indulgencia plenaria. (S. Penit. Apost. 12 de mayo de 1953: AAS 45 (1953), Pág. 430.)

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