Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

jueves, 31 de diciembre de 2015

CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, PARA TERMINAR EL AÑO

¡Míranos siempre, Madre mía, como cosa y posesión tuya!

Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra: Humildemente postrados ante Ti, te entregamos y consagramos nuestro corazón y nuestra alma, prometiéndote servirte con toda fidelidad hasta la muerte. Dígnate, Inmaculada Virgen María, aceptar benigna este ofrecimiento y alcánzanos de Jesús valor y gracia para cumplirlo.

Míranos como cosa tuya para que, custodiados por tu maternal bondad, vivamos santamente muramos en gracia de Dios y consigamos la eterna felicidad de la Gloria. Amén.




viernes, 25 de diciembre de 2015

25, DE DICIEMBRE

Allelúia!!!

Cuando nacisteis de una Virgen, se cumplieron las profecías: descendisteis como el rocío sobre el vellón, y vinisteis para salvarnos. Os alabamos, Dios Nuestro

Félix namque es, sacra Virgo María, et omni laude digníssima: Quia ex te ortus est Sol iustítiae, Christus Deus noster


Bienaventurada sois y dignísima de toda alabanza, Santa Virgen María, porque de Vos salió el Sol de justicia, Jesucristo Nuestro Señor


Allelúia!!!


domingo, 20 de diciembre de 2015

¡OH MISTERIO INFABLE!

Spíritus Sanctus in te descéndet, María: ne tímeas, habébis in útero Fílium Dei, allelúia!

Magnum haereditatis mystérium: templum Dei factus est úterus nescientis virum: non est pollútus ex ea carnem assúmens: omnes gentes vénient, dicentes: Glória Tibi, Dómine!!!



¡Oh misterio inefable de la herencia celestial! El seno de una Virgen ha sido hecho templo de Dios; y el Dios encarnado en sus castas entrañas no ha perdido nada de su santidad; vendrán las naciones y dirán; ¡Gloria a Vos, Señor!



sábado, 19 de diciembre de 2015

VIRGEN DE LA DULCE ESPERANZA

Me acerco a Ti, Virgen María, con vivo deseo de penetrar en el secreto de tu vida interior, para que Tú seas mi luz y modelo
“Me parece que la conducta de la Virgen en los meses que precedieron a la Natividad debe servir de modelo a las almas que Dios ha elegido para que vivan recogidas en su propia intimidad, en el fondo del abismo sin fondo” (IT. I, 10)

Aunque la vida de María Santísima estuvo siempre recogida y reconcentrada en Dios, hubo de estarlo ciertamente de una manera  especialísima durante aquel período en que, por la virtud del Espíritu Santo, tuvo en sus entrañas al Verbo divino Encarnado.

Gabriel había ya encontrado a María en la soledad y en el recogimiento. “Y entrando a Ella el Ángel”, dice el Evangelio (Lc. 1, 28); “entrando”, lo que supone que María estaba “encerrada” en su retiro. En nombre del Señor le descubre el Ángel lo que se va a realizar en Ella: “El Espíritu vendrá sobre ti y la virtud del  Altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el hijo engendrado será santo, será Hijo de Dios” (Ib. 1, 25). Desde ese momento Dios se hace presente en María de un modo singularísimo; es una presencia no sólo por esencia, ciencia y potencia, como en todas las criaturas; no sólo por gracia, como en el alma de los justos; sino que además el Verbo de Dios está María por “presencia corporal”, en frase de San Alberto Magno.

María, aun permaneciendo en su humildad, tiene conciencia de las “grandes cosas” que se obran en ella, como lo atestiguan el sublime cántico del Magnificat. Sin embargo, encubre en sí el gran misterio, ocultando hasta al mismo San José, y recogida en la intimidad de su espíritu, adorando y meditando: “María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19) 




viernes, 18 de diciembre de 2015

CONOCIENDO EL MENSAJE DE FÁTIMA (y fin)

Francisco (11/06/1908 a 04/04/1919)

Las palabras del Ángel en su tercera aparición: “Consolad a vuestro Dios”, hicieron profunda impresión en el alma del pequeño pastorcito. “En cuanto a Jacinta, parecía preocupada con el único pensamiento de convertir pecadores y preservar las almas del infierno. Él trataba solamente de pensar en consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, que le había parecido estar tan tristes” (Lucía)

Dominado por el sentimiento de la presencia de Dios, recibió en la luz que María comunicó a los videntes en las apariciones, discurría: “Estábamos ardiendo en aquella luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? Esto no lo podemos decir. Pero qué pena que Él esté triste; ¡si yo pudiera consolarle!”

En la enfermedad confió a su prima: “¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que Él esté así. Le ofrezco cuantos sacrificios puedo”


La víspera de morir se confesó y comulgó con los más santos sentimientos. Después de cinco meses de casi continuo sufrimiento, el 4 de abril de 1919, primer viernes, a las diez de la mañana, murió santamente el consolador de Jesús.

Jacinta (10/03/1910 a 20/02/1920)

Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto le impresionó.

Alguna vez preguntaba “¿Por qué es que Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? Si lo viesen, ya no pecarían, para no ir allá. Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente. Verás cómo se convierten. ¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!”

Antes de morir, Nuestra Señora se dignó aparecérsele varias veces. He aquí lo que ha dictado a su madrina Madre Godinho.
larle!”


En la enfermedad confió a su prima: “¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que Él esté así. Le ofrezco cuantos sacrificios puedo”

La víspera de morir se confesó y comulgó con los más santos sentimientos. Después de cinco meses de casi continuo sufrimiento, el 4 de abril de 1919, primer viernes, a las diez de la mañana, murió santamente el consolador de Jesús.

Sobre los pecados

Los pecados que llevan más almas al infierno son los de la carne.

Han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor. Las personas que sirven a Dios no deben andar con la moda.

Los pecados del mundo son muy grandes. Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor ni hacen penitencia.

Muchos matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor ni son de Dios.

Sobre las guerras

Nuestro Señor dijo que en el mundo habrá muchas guerras y discordias.

Las guerras no son si no castigos por los pecados del mundo.

Nuestra Señora ya no puede retener el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo.

Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda Nuestro Señor todavía salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el castigo.

Sobre los sacerdotes

Pida mucho por los Padres; pida mucho por los Religiosos.

Los Padres sólo deben ocuparse de las cosas de la Iglesia.

Los Padres deben ser puros, muy puros.

La desobediencia de los Padres y de los Religiosos a sus Superiores y al Santo Padre, ofende mucho a Nuestro Señor.

Pida mucho por los Gobiernos.

¡Ay, de los que persiguen la religión de Nuestro Señor!

Si el Gobierno deja en paz a la Iglesia y da libertad a la religión será bendecido por Dios.

Sobre las virtudes cristianas

No ande rodeada de lujo, huya de las riquezas. Sea amiga de la santa pobreza y del silencio. No hable de nadie y huya de quien hable mal. Tenga mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al cielo.

La mortificación y los sacrificios agradan mucho a Nuestros Señor.

Durante la enfermedad (pleuritis purulenta), confió a su prima: “Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María”

Al despedirse de Lucía le hace estas recomendaciones: “Ya falta poco para irme al cielo. Tú quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio de Inmaculado Corazón de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María, que Dios la confió a Ella. Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro del pecho, que me está abrasando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María”

Murió santamente el 20 de febrero de 1920. Su cuerpo reposa como el de Francisco, en el crucero de la Basílica en Fátima.

LA GRAN PROMESA DE LA APARICIÓN DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA EN PONTEVEDRA

La Providencia Divina todavía no había terminado la obra encargada a los pastorcitos. La Virgen dijo a Lucía que “con el fin de prevenir la guerra vendré para pedir la Consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora en los primeros sábados de mes”. Lo pidió a Lucía en 1925, 1926 y 1929. Estando en el Convento de Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925, se le apareció la Virgen a Lucía con el Niño Jesús a su Lado, subido en una nube de luz. La Virgen puso su mano en el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su Corazón rodeado de espinas. Al mismo tiempo, el Niño Jesús dijo: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie quien haga un acto de reparación para sacárselas”

Después dijo Nuestra Señora a Lucía: “Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar son blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que durante cinco meses en el primer sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen los cinco misterios del Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con la gracias necesarias para su salvación”

El 15 de febrero de 1926 el Niño Jesús se apareció de nuevo a Lucía, preguntándole si había difundido la devoción a su Santísima Madre. Lucía le contó de las dificultades que partían de su confesor y de su superiora. El Señor respondió:

“Es verdad que tu Superiora sola no puede hacer nada; pero con mi gracia lo puede todo”

Lucía le habló de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: “Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María”

En junio de 1929 la Virgen pidió en una aparición la Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, prometiendo que de este modo se prevenía la difusión de sus errores y se adelantaba su conversión. Pero sólo el 20 de diciembre de 1940 Lucía recibió permiso para escribir al Santo Padre Pío XII pidiéndole esta Consagración.

Lucía describe esta aparición de la siguiente manera:

“De repente toda la Capilla (en las Doroteas de Tuy) se alumbró de una luz sobrenatural y una Cruz de luz apareció sobre el altar, llegando hasta el techo. En la claridad de la parte superior se podía ver la cara de un hombre y su cuerpo hasta la cintura. En la pecho había una paloma de luz, y clavado en la Cruz había el cuerpo de otro hombre. Por encima de la cintura suspendidos en el aire, podía ver un cáliz y una gran Hostia, en la cual caían gotas de sangre del rostro de Jesús Crucificado y de la llaga de su costado. Estas gotas, escurriendo en la Hostia caían en el Cáliz. Debajo del brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra Señora. Era Nuestra Señora de Fátima, con su Corazón Inmaculado en la mano izquierda, sin espinas ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas. Debajo del brazo izquierdo de la Cruz, grandes letras, como si fuesen de agua cristalina, que corrían sobre el Altar formando estas palabras: “Gracia y misericordia”

Entendí que era el Misterio de la Santísima Trinidad que se me enseñó, y yo recibí luces acerca de este misterio, que no se me permite revelar.

La Virgen me dijo:
“Ha venido el momento en que Dios pide al Santo Padre que en unión con todos los Obispos del mundo haga la Consagración de Rusia a mi Corazón, prometiendo salvarla por este medio”

Pío XII cumplió en parte este deseo de la Virgen Consagrando el mundo con mención especial de Rusia, el 31 de octubre de 1942, al Inmaculado Corazón de María y haciendo la Consagración especial sólo de Rusia el 7 de julio de 1952, con estas palabras:

“Como hace algunos años consagramos todo el género humano al Corazón Inmaculado de la Virgen, Madre de Dios, así ahora, de un modo especialísimo, dedicamos y Consagramos todos los pueblos de Rusia al Inmaculado Corazón”

Decimos “en parte” puesto que no fue en unión con todos los Obispos del mundo.

Tampoco las consagraciones de Pablo VI (1965) y de Juan Pablo II (1982 y 1984) fueron completas.  Quiera Dios allanar pronto los distintos obstáculos que todavía se encuentran en el camino de esta consagración. Oremos a Nuestra Madre de Fátima para que el Santo Padre, sea valiente y consagre Rusia a su Inmaculado Corazón tal y como Ella lo pidió.  


martes, 8 de diciembre de 2015

INMACULADA - 2015

Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios
"¿Quién más noble que la Madre de Dios? ¿Quién más esplendorosa que aquella a quien ha elegido por madre el que es el Esplendor Eterno? ¿Quién mas casta que la madre que ha traído a su Hijo al mundo permaneciendo Virgen? 

Ella era Virgen pura no sólo en el cuerpo, sino también en el espíritu. A ella nunca ningún pecado consiguió manchar su pureza; era humilde de corazón; reflexiva en sus resoluciones; prudente; discreta en palabras; ávida de leer y de oír la Palabra de Dios; no ponía su esperanza en las riquezas sino en la Oración y en los favores que Dios concede a quienes ayudan a los pobres; aplicada al trabajo; tomaba por juez de su alma no lo que opinaban los demás, sino lo que opinaba Dios; no trató nunca mal a nadie; era amable con todos; llena de respeto por los ancianos, sin envidia con los de su edad; modesta, razonable, amaba la virtud.
Jamás ofendió a sus padres ni siquiera en su actitud. Nadie la veía en desacuerdo con sus parientes. No rechazaba al humilde, ni se burlaba del débil, ni evitaba al miserable. Solamente asistía a aquellas reuniones a las que le aconsejaba asistir la caridad, y en las cuales no tuviera ningún peligro su modestia y castidad.

Jamás nadie vio dureza en su mirada, ni una falta de medida en sus palabras, ni una imprudencia en sus actos. No demostraba contrariedad en sus gestos ni insolencia en su voz; su actitud exterior era la imagen de la santidad de su alma: El rostro descubre lo que se lleva en el alma. El rostro de la Virgen era el retrato de su alma santísima"

San Ambrosio de Milán


OREMOS

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre mía!, desde vuestra sublime alteza dirigid vuestros ojos compasivos hacia mí, pues, lleno de confianza en vuestra bondad y conocedor de vuestro poder, os ruego que me socorráis en el camino de la vida, tan lleno de peligros para mi alma. Y, a fin de que jamás sea esclavo del demonio por el pecado, sino que viva siempre con corazón humilde y puro, me confío todo a Vos y os consagro para siempre mi corazón, deseoso solamente de amar a vuestro Divino Hijo Jesús. María, ningún devoto vuestro se ha perdido jamás; que yo, pues me salve también. Así sea





Indulgencia de quinientos días. (S. Pen. Ap., 17 mayo 1919 y 29 abr. 1935)

domingo, 6 de diciembre de 2015

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA

SALVE MARÍA, ESPERANZA DE LOS CRISTIANOS
¡Salve, María, esperanza de los cristianos! Dignaos escuchar los ruegos de un pecador que os ama con ternura, que os honra particularmente y que cifra en Vos la esperanza de su salvación. A Vos os debo la vida: por Vos he sido restituido a la gracia de vuestro Divino Hijo: Vos sois la más segura prenda de mi eterna felicidad. Libradme, oh Santísima Virgen, del peso de mis pecados, disipad las tinieblas de mi espíritu, destruid las afecciones terrenales de mi corazón; dadme fuerzas para vencer las tentaciones de mis enemigos, y presidid todas las acciones de mi vida, para que con vuestro amparo y dirección pueda obtener la eterna felicidad del Paraíso. Amén.

San Juan Damasceno





domingo, 29 de noviembre de 2015

NOVENA A LA INMACULADA - 2015


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viernes, 27 de noviembre de 2015

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

Escuchad benigna la confiada oración que en mi necesidad elevo al trono de vuestra misericordia

PARA OBTENER LA CONVERSIÓN DE UN PECADOR

¡Oh Virgen Inmaculada, verdadera escala por donde pueden los pecadores llegar al reino de Dios! Mostraos tal en la conversión de este infeliz que eficazmente encomendamos a vuestro patrocinio; iluminad su inteligencia con los rayos de luz divina que proyecta vuestra Medalla, para que conozca la vida peligrosa que arrastra, la inmensa desventura en que vive alejado de Dios y el terrible castigo que le espera; y, sobre todo, dejad sentir vuestra influencia sobre su corazón para que llore la ingratitud con que mira a Dios, su Padre amoroso, y a Vos, su tierna y cariñosa Madre. Tendedle vuestra mano ¡oh Virgen Purísima! arrancadle del cautiverio del pecado, sacadle de las tinieblas en que yace y conducidle al reino de la luz, de la paz y de la divina gracia.



sábado, 21 de noviembre de 2015

LA PRESENTACIÓN DE MARÍA EN EL TEMPLO

“Oye, Hija, mira y tiende tu oído y olvida tu pueblo y tu casa paterna” (Sal. 44, 11)
Aunque la Sagrada Escritura no dice nada acerca de la Presentación de María Santísima en el  Templo, este hecho está autorizadamente fundado en la Tradición Cristiana más antigua y la Iglesia lo ha reconocido de modo oficial  haciéndole objeto de una particular fiesta mariana. La Virgen Niña, que, en tiernísima edad, deja casa y padres para ir a servir a la sombra del Templo, nos habla de desasimiento, de separación del mundo, de entrega completa al Señor; nos habla de consagración virginal al Altísimo. Después de Ella, innumerables almas vírgenes se presentarán al Templo para ofrecerse a Dios, pero ninguna ofrenda será tan pura, tan total y tan acepta como la de María.

La Virgen es verdaderamente la Hija privilegiada entre todas las criaturas, que desde los primeros instantes de su existencia ha escuchado la gran llamada: “Oye, Hija, mira y tiende tu oído y olvida tu pueblo y tu casa paterna” (Sal. 44, 11) El Altísimo se ha enamorado de su Belleza y la quiere toda para sí; María responde, y su respuesta es pronta y plena en extremo.

Semejante a la de la Virgen debe ser la respuesta de las almas que Dios llama al altar, a la vida religiosa o a la consagración virginal en el mundo. También estas almas deben separarse del mundo, deben dejar parientes y amigos, deben apartarse de su pueblo y de su casa; no siempre podrá ser una separación material, pero siempre debe ser una separación espiritual, esto es, de afecto. Es el corazón el que debe desasirse y aislarse, porque los escogidos del Señor no pueden ya en modo alguno pertenecer al mundo; “no son ya del mundo” (Jn. 17, 14), decía Jesús. Vivir en el mundo sin ser del mundo no es cosa fácil, pero es absolutamente necesario para responder a la llamada Divina. Hay almas vírgenes que fracasan en su vocación de “consagradas” o no corresponden plenamente, porque están aún asidas al mundo, a sus máximas, a sus vanidades, a sus caprichos y comodidades, y porque no han tenido valor para realizar una separación verdadera o, al menos, después de haberla iniciado, no han seguido fieles. Y esto puede suceder, no sólo a las almas que viven en el claustro, porque el mundo penetra doquiera; y doquiera logra entrar, si los corazones no están totalmente desasidos. 



viernes, 20 de noviembre de 2015

LA FUERZA DEL AMOR...

Al pie de la Cruz, junto a María, a la que el amor y el dolor hicieron Reina de los Mártires, aprendamos el secreto del amor fuerte

El alma más fuerte en el padecer, es la más fuerte en el amor. Ninguna criatura en el mundo amó ni amará más a Dios que María Santísima y ninguna fue ni será más fuerte que Ella en el sufrimiento. Hela al pie de la Cruz. Es Madre y asiste voluntariamente al atroz suplicio del Hijo; ve los clavos hundirse en las carnes, oye los golpes sordos del martillo, ve la cabeza coronada de espinas buscar en vano un instante de reposo en el duro leño, ve alzarse la Cruz y al Hijo colgar suspendido entre la tierra y el cielo, desfigurado por el dolor, sin el más pequeño alivio. María tiene el Corazón traspasado, y con todo, repite su "fiat" con la misma plenitud con que lo pronunció al anuncio jubiloso de su maternidad, y en el amor encuentra ánimo para ofrecer al Hijo amado por la salvación de sus verdugos. ¿Qué madre podrá emular la fortaleza de la Virgen?  Y sin embargo, su sacrificio supera inmensamente el sacrificio de cualquier madre, porque sólo Ella puede decir: el Hijo que inmolo es mi Dios.


jueves, 19 de noviembre de 2015

19 DE NOVIEMBRE, Nª Sª DE LA DIVINA PROVIDENCIA, PATRONA DE PUERTO RICO


¡Oh, Madre Poderosísima de Dios y Madre amorosísima nuestra!, con todo el afecto y fervor de nuestras almas, te rogamos que nos concedas, no sólo a nosotros, sino también a nuestros parientes y amigos, y a los habitantes de toda la Isla, la gracia de cifrar en Ti nuestra esperanza
y de agradarte con una constante y fervorosa devoción.


Dígnate conservar y aumentar el amor que te profesa Puerto Rico y que echen cada día en nuestro suelo raíces más profundas la moral, la piedad y la Religión Católica.

Derrama tus luces soberanas sobre nuestros gobernantes para que, con acertadas leyes y disposiciones saludables, promuevan nuestro bien temporal y eterno.

Haz que te seamos fieles hasta la muerte, a fin de que, después de haberte amado, venerado, invocado e imitado en la presente vida, te amemos, veneremos, ensalcemos e imitemos en la gloria por eternidad de eternidades. Amén.

Para saber más, pinchar AQUÍ


martes, 17 de noviembre de 2015

EN ESTA HORA ACUDIMOS A TI, MADRE MÍA...

Acoge, oh Madre de Cristo, este grito lleno de sufrimiento de todos los hombres

Bendita seas por encima de todas las creaturas, Tú, Sierva del Señor, que de la manera más plena obedeciste a la llamada divina.

Te saludamos a Ti, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo.

Madre de la Iglesia: ilumina al Pueblo de Dios en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ilumina especialmente a los pueblos de los que tú esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo actual.

Al encomendarte, oh Madre, el mundo, todos los hombres y pueblos, te confiamos también la misma consagración del mundo, poniéndola en tu corazón maternal.

¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en los corazones de los hombres de hoy y que con sus efectos inconmensurables pesa ya sobre la vida presente y da la impresión de cerrar el camino hacia el futuro.

¡Del hambre y de la guerra, líbranos!

¡De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable y de todo tipo de guerra, líbranos!

¡De los pecados contra la vida del hombre desde su primer instante, líbranos!

¡Del odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios, líbranos!

¡De toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional, líbranos!

¡De la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios, líbranos!

¡De la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, líbranos!

¡Del extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos!

¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!, ¡líbranos!

Acoge, oh Madre de Cristo, este grito lleno de sufrimiento de todos los hombres. Lleno del sufrimiento de sociedades enteras.

Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado, el pecado del hombre y el «pecado del mundo», el pecado en todas sus manifestaciones.

Aparezca, una vez más, en la historia del mundo el infinito poder salvador de la Redención: poder del Amor misericordioso. Que éste detenga el mal. Que transforme las conciencias. Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la Esperanza




domingo, 15 de noviembre de 2015

CONOCIENDO EL MENSAJE DE FÁTIMA

Cuarta Aparición

Domingo, 19 de agosto, en los Valinhos

(La aparición no se realizó el día 13 en Cova de Iría porque el Administrador del Concejo apresó y llevó a Vila Nova de Ourem a los pastorcitos con la intención de obligarles a revelar el secreto. Los tuvo presos en la Administración y en el calabozo municipal)

Les ofreció los más valiosos presentes si descubrían el secreto. Los pequeños videntes respondieron:
-No lo decimos ni aunque nos den el mundo entero.
Los encerró en el calabozo. Los presos les aconsejaron:
-Pero decid al Administrador ese secreto. ¿Qué os importa que esa Señora no quiera?
-¡Eso no –respondió Jacinta con vivacidad-, antes quiero morir!

Y los tres niños rezaron con aquellos infelices el rosario, delante de una medalla de Jacinta colgada de la pared.

El Administrador, para amedrentarlos, mandó preparar una caldera de aceite hirviendo en la cual amenazó asar a los pastorcitos si no hacían lo que les mandaba. Ello, aunque pensaban que la cosa iba en serio, permanecieron firmes sin revelar nada. El día 15, fiesta de la Asunción, los llevó por fin a Fátima.

Habiendo ya contado lo que sucedió en este día, pasaré a hablar de la aparición que, según mi opinión, tuvo lugar el día 15 por la tarde. Como todavía no sabía contar los días del mes, puede ser que me equivoque. Pero tengo la idea de que fue el mismo día en que volvimos de Vila Nova de Ourem.

Estuvimos con las ovejas en un lugar llamado Valinhos, Francisco y su hermano Juan, acompañándome. Sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra SEÑORA nos venía a aparecer y teniendo pena de que Jacinta quedaba sin verla, pedimos a su hermano Juan que fuese a llamarla. No quería ir, y le ofrecí dos veintenos y allá se fue corriendo. Entretanto, Francisco y yo vimos el reflejo  de luz que llamábamos relámpago y al instante de llegar Jacinta vimos a la SEÑORA sobre una encina.

-¿Qué es lo que quiere usted?
-Deseo que sigáis yendo a Cova de Iría en los días 13, que sigáis rezando el rosario todo los días. El último mes haré el milagro para que todos crean.
-¿Qué es lo que quiere usted que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría?
-Hagan dos andas, una para ti y Jacinta, para llevarla con dos chicas más vestidas de blanco y otra que la lleve Francisco con tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra SEÑORA del Rosario, y lo que sobre es para ayuda de una capilla que se debe hacer. (Andas usadas en Fátima y otros lugares no son para transportar imágenes, sino para recoger ofertas en dinero y en género)

-Yo quisiera pedirle la curación de algunos enfermos.
-Sí, a algunos los curaré durante el año.
Y tomando un aspecto muy triste, la Virgen añadió:
-Rezad, rezad y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique por ellas.
Y la Señora comenzó a subir como de costumbre hacia Oriente.

Quinta Aparición

Jueves, 13 de septiembre

Al aproximarse la hora fui a Cova de Iría con Jacinta y Francisco entre numerosas personas (unas treinta mil) que nos dejaban andar con dificultad. Los caminos estaban apiñados de gente; todos nos querían ver y hablar, allí no había respetos humanos. Mucha gente del pueblo, y hasta señoras  y caballeros, consiguiendo romper por entre la muchedumbre que alrededor nuestro se agolpaba, venían a postrarse de hinojos delante de nosotros pidiendo que presentásemos sus necesidades a Nuestra Señora. Otros, no consiguiendo llegar junto a nosotros, clamaban de lejos. Uno de ellos:

-¡Por el amor de Dios, pidan a Nuestra Señora que me cure a mi hijo, que está impedido!
Otro:
-Que me cure el mío, que es ciego.
Otro:
-El mío, que es sordo.
-Que me triga a mi marido o mi hijo, que están en la guerra; que convierta a un pecador, que me dé salud, que estoy tuberculoso,  et cétera.

Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y algunos gritaban subidos a los árboles y a las tapias con el fin de vernos pasar. Diciendo a unos que sí, dando la mano a otros para ayudarles a levantarse del polvo de la tierra allá íbamos abriendo camino entre la muchedumbre. Ahora cuando leo estas escenas encantadoras del Nuevo Testamento, del paso de Nuestro Señor por Palestina, pienso en nuestros pobres caminos y sendas de Ajustrel, Fátima y Cova de Iría, y doy gracias a Dios ofreciéndole la fe de nuestra buena gente portuguesa. Y pienso si ellos podían humillarse como lo hicieron ante tres pobres niños, sólo porque eran agraciados de hablar a la Madre de Dios, ¿qué no harían si pudieran ver a Nuestros Señor mismo en persona delante de ellos?

Bien, esto no tiene que ver con la materia, era una distracción de mi pluma que me llevaba a parte donde yo no quería una inútil divagación. No lo arranco para no estropear el cuaderno.

Por fin llegamos a Cova de Iría y al alcanzar la encina comenzamos a decir el rosario con la gente. Un poco más tarde vimos el reflejo de luz a acto seguido, sobre la encina, a Nuestra Señora, que dijo:

-Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra. En octubre  vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiero que durmáis con la cuerda puesta; llevadla sólo durante el día.
-Me han pedido para suplicarle muchas cosas: la curación de algunos enfermos, de un sordomudo, et cétera.
-Sí, a algunos los curaré, pero a otros no. En octubre haré el milagro para que todos crean.
Y comenzó a elevarse, desapareciendo como de costumbre.
(Los niños tomaron muy a pecho las palabras de la Virgen en agosto, que pedía sacrificios por los pecadores. Uno de los sacrificios más dolorosos era el de la cuerda que cada uno de ellos llevaba atada a la cintura. Tanto las hacía sufrir, que Jacinta a veces hasta lloraba con la violencia del dolor. La Virgen las dijo con solicitud maternal que de noche no usaran la cuerda para poder disfrutar del reposo necesario. Otros sacrificios eran no comer la merienda, que preparaban entre los pobres. Dejaban los higos y las uvas. “Teníamos lo costumbre de ofrecer de vez en cuando el sacrificio de pasar una novena o un mes sin beber. Hicimos una vez este sacrificio en pleno de agosto, en que el calor era sofocante” Mayores todavía eran los sacrificios que les exigía la misión que la Virgen les encomendara: las vejaciones, la curiosidad y molestias de la gente, sus interminables visitas y preguntas, la persecución y la prisión, y por fin la larga enfermedad de Francisco y, sobre todo, de Jacinta a la cual varias veces visitó la Virgen, previniéndola que moriría solita, después de sufrir mucho)

Sexta Aparición

Sábado, 13 de octubre

Salimos de casa bastante pronto, contando con las demoras del camino. Había gente en masa (70.000 personas), bajo una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón traspasado por la incertidumbre de lo que podía ocurrir, quiso acompañarme. Por el camino, las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos impedía a la gente arrodillarse en actitud de suplicante.

Llegados a Cova de Iría, junto a la encina, llevada de un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrasen los paraguas para rezar el rosario. Poco después vimos el reflejo de luz y en seguida a la Virgen sobre la encina.

-¿Qué es lo que usted quiere?
-Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío, soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra está acabándose y los soldados volverán pronto a sus casas.
-Tenía muchas cosas que pedirle: si curaba a unos enfermos, si convertía a unos pecadores, et cétera.
-Unos, sí; otros, no. Es preciso que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados.
Y tomando aspecto más triste dijo:
-Que no ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido
Y abriendo sus manos las hizo reflejar en el sol, y en cuanto se elevaba continuaba el brillo de su propia luz proyectándose en el sol.

He aquí el motivo por el cual exclamé que mirasen al sol. Mi motivo no era llamar la atención del pueblo, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Fui inducida para ello por un impulso interior.

(Se da entonces el milagro del sol prometido tres meses antes, como prueba de la verdad de las apariciones de Fátima. La lluvia cesa y el sol por tres veces gira sobre sí mismo. Lanzando a todos los lados fajas de luz de varios colores: amarillo, lila, anaranjado y rojo. Parece a cierta altura desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre. Al cabo de diez minutos de prodigio toma su estado normal. Entretanto, los pastorcitos eran favorecidos por otras visiones)

Desaparecida Nuestra Señora en la inmensidad del firmamento, vimos al lado del sol a San José con el Niño Jesús y a Nuestra Señora vestida de blanco con un manto azul. San José con el Niño parecía bendecir al mundo, pues hacían con las manos unos gestos en forma de cruz.

Poco después, pasada, esta Aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que me daban sensación de ser la Virgen de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo de la misma forma que San José. Se disipó esta Aparición y me parecía ver todavía a Nuestra Señora en forma semejante a Nuestra Señora del Carmen.

He aquí la historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría en 1917.


lunes, 9 de noviembre de 2015

9 DE NOVIEMBRE, Nª Sª DE LA ALMUDENA, PATRONA DE LA CIUDAD Y DE LA ARCHIDIÓCESIS DE MADRID


Virgen de la Almudena,
Madre y Señora nuestra,
que estuviste oculta
en las murallas del viejo Madrid
y te nos manifiestas ahora
como Madre de inmensa ternura
a quienes te veneramos
con filial devoción.

Tu nombre de Almudena
hace referencia a fortaleza;
danos constancia firme
para vivir siempre seguros
en la fe de la Iglesia.

Mantén vivo nuestro amor
y fuerte nuestra esperanza,
para que ningún obstáculo
pueda desviarnos
del camino de la salvación.

Llena con tu presencia maternal
la dura soledad de los que sufren.

Acoge con tu amor
las súplicas de tus hijos.

Abre nuestros corazones
a la alegría del Espíritu.

Como excelsa Patrona de Madrid
bendice y protege a quienes
veneran con amor tu nombre santo
y el de tu Hijo.

Que vive y reina
por los siglos de los siglos.

Amén.

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