Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

domingo, 15 de mayo de 2016

MES DE MAYO, MES DE MARÍA

En María está plenamente viva y operante esa relación con Dios que el pecado rompe

Desearía subrayar que María es la Inmaculada por un don gratuito de la gracia de Dios, que encontró en Ella disponibilidad y colaboración. En este sentido es “bienaventurada” porque “ha creído” (Lc. 1, 45), porque tuvo una fe firme en Dios. María representa el “resto de Israel”, esa raíz santa que los Profetas anunciaron. En Ella encuentran acogida las promesas de la antigua Alianza. En María la Palabra de Dios encuentra escucha, recepción, respuesta; halla aquel “sí” que le permite hacerse carne y venir a habitar entre nosotros. En María la humanidad, la historia, se abren realmente a Dios, acogen su gracia, están dispuestas a hacer su voluntad. María es expresión genuina de la Gracia. Ella representa el nuevo Israel, que las Escrituras del Antiguo Testamento describen con el símbolo de la esposa.  Y San Pablo retoma este lenguaje en la Carta a los Efesios donde habla del matrimonio y dice “Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por Ella, para Consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentarse a Él mismo la Iglesia toda gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada” Los Padres de la Iglesia desarrollaron esta imagen y así la doctrina de la Inmaculada nació primero en referencia a la Iglesia virgen-madre, y sucesivamente a María.

La luz que promana de la figura de María nos ayuda también a comprender el verdadero sentido del pecado original. En María está plenamente viva y operante esa relación con Dios que el pecado rompe. En Ella no existe oposición alguna entre Dios y su ser: existe plena comunión, pleno acuerno. Existe un “sí” recíproco, de Dios a Ella y de Ella a Dios. María está libre del pecado porque es toda de Dios, totalmente expropiada para Él. Está llena de su Gracia, de su Amor.

En conclusión, la doctrina de la Inmaculada Concepción de María expresa la certeza de fe de que las promesas de Dios se han cumplido: su alianza no fracasa, sino que ha producido una raíz santa, de la que ha brotado el Fruto bendito de todo el universo, Jesús, el Salvador. La Inmaculada de muestra que la Gracia es capaz de suscitar una respuesta; que la fidelidad de Dios sabe generar una fe verdadera y buena.

De las palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 8 de diciembre de 2012

Propuesta de una flor a la Virgen: Busca un momento para rezar el Credo. Y antes, pide a la Virgen la firmeza en la fe para los sacerdotes. 




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