Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 28 de febrero de 2018

MARÍA EN LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS y II

En fin, qué consuelo cuando Ella misma le pudo escuchar algún sermón portentoso y cuando cansado de su trabajo, se retirara de cuando en cuando a su casita de Nazaret a descansar

CONSUELOS Y SINSABORES.- Toda esta parte de la vida de María está llena de consuelos y de muy dolorosos sinsabores. Al fin, esa es la vida del hombre, un conjunto de penas y alegrías, de lágrimas y sonrisas, más de aquellas que de estas; así fue en María. Qué consuelos los suyos cuando oyera los prodigios que obraba Jesús, cuando viera Ella misma a las muchedumbres seguirle, escucharle, aclamarle; al conocer a los apóstoles y discípulos que le acompañaban, al tener noticias de sus triunfos sobre las almas pecadoras convirtiéndolas, de los escribas y fariseos confundiéndolos, et cétera

En fin, qué consuelo cuando Ella misma le pudo escuchar algún sermón portentoso y cuando cansado de su trabajo, se retirara de cuando en cuando a su casita de Nazaret a descansar. Ella relimpiaría el sudor de su rostro, le serviría la comida por sus mismas manos preparada, tendría a solas sus ratitos de conversación santa, espiritual, amorosa. ¡Qué feliz se sentiría María con aquel Hijo!

Mas ¡ay!, ¿cuáles serían sus sinsabores y sobresaltos cuando supiera la envidia, la rabia de sus enemigos, la perfidia en sus preguntas, cómo le vigilaban y acechaban sin cesar, cuando le arrojaron de la sinagoga, cuando le quisieron despeñar de lo alto de un precipicio, cuando cogieron piedras para apedrearle? ¿Cómo sufriría al conocer la dureza de aquellos corazones, la malicia que encerraba la misma torpeza de los Apóstoles y discípulos que no acababan de conocerlo?

LA VOLUNTAD DE DIOS.- Finalmente, fue una vida de cumplimiento exacto de esta voluntad. Sin esto, no hay santidad. Recuerda las dos veces que Jesús habla de su Madre en la vida pública. Una, cuando le dicen que su Madre le llama y responde: “¿Quién es mi madre? Quien hace la voluntad de mi Padre, es mi madre, mis hermanos y mis parientes” Otra, cuando aquella mujer dice: “Bienaventurado el seno que te llevó” y Él responde: “Más lo es quien oye la palabra de Dios y la sigue”

Aprende esta lección. Esto es lo único grande para Dios; su misma Madre no lo sería, si no fuera por esto. No bastaba que Ella le hubiera llevado en su seno, ni le hubiera dado el ser que tenía; era necesario que se distinguiera “en el cumplimiento exacto de la voluntad de Dios”, por eso es Grande, Dichosa, Bienaventurada.

Eso significa esas palabras, eso te enseñan a ti. No podrás imitar a María en ser la Madre de Dios, pero podrás y deberás imitarla en seguir fielmente la divina voluntad. Pídela esta gracia: luz para conocer siempre la voluntad de Dios y no la tuya y fuerza para seguirla sin vacilar.




lunes, 26 de febrero de 2018

EL AVE MARÍA

¿Quién podrá comprender las gracias y bendiciones que el saludo y mirada benigna de María atraen sobre nosotros?

Sus bendiciones.- Esta divina salutación atrae sobre nosotros la copiosa bendición de Jesús y María. Efectivamente, es principio infalible que Jesús y María recompensan magnánimamente a quienes les glorifican y devuelven centuplicadas las bendiciones que se les tributan: Quiero a los que me quieren... para enriquecer a los que me aman y para llenar sus bodegas (Prov 8,17.21). Es lo que proclaman a voz en cuello Jesús y María. Amamos a quienes nos aman, los enriquecemos y llenamos sus tesoros. Quien siembra generosamente, generosas cosechas tendrá (ver 2 Cor 9,6)

Ahora bien, ¿no es amar, bendecir y glorificar a Jesús y a María el recitar devotamente la salutación angélica? En cada Avemaría tributamos a Jesús y a María una doble bendición: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. En cada Avemaría tributamos a María el mismo honor que Dios le hizo al saludarla mediante el arcángel San Gabriel. ¿Quién podrá pensar siquiera que Jesús y María –que tantas veces hacen el bien a quienes les maldicen– vayan a responder con maldiciones a quienes los honran y bendicen con el Avemaría?

La reina del cielo -dicen San Bernardo y San Buenaventura no es menos agradecida y cortés que las personas nobles y bien educadas de este mundo. Las aventaja en esta virtud como en las demás perfecciones y no permitirá que la honremos con respeto sin devolvernos el ciento por uno. “María –dice San Buenaventura– nos saluda con la gracia, siempre que la saludamos con el Avemaría”

¿Quién podrá comprender las gracias y bendiciones que el saludo y mirada benigna de María atraen sobre nosotros? En el momento en que Santa Isabel oyó el saludo que le dirigía la Madre de Dios, quedó llena del Espíritu Santo y el niño que llevaba en su seno saltó de alegría. Si nos hacemos dignos del saludo y bendición recíprocos de la Santísima Virgen, seremos, sin duda, colmados de gracias y un torrente de consuelos espirituales inundará nuestras almas.



sábado, 24 de febrero de 2018

MARÍA EN LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS

Es cierto que Jesús no necesitaba de las oraciones de su Madre para hacer fructificar su predicación, pero quiso asociar a la Santísima Virgen y valerse de sus oraciones, para enseñarnos cómo la vida activa debe de ir acompañada de la contemplativa

UNIÓN EN ESPÍRITU CON SU HIJO.- No se puede dudar que ante todo la vida de María fue o continuó siendo de unión perfectísima con su Jesús. Represéntate el momento de la separación. ¡Qué triste y qué resignada!, María hace con Jesús la última comida. Le prepara los vestidos, las sandalias para el camino, le acompaña un trecho largo, pero ya Jesús no quiere que le siga más; se abrazan los dos, y se separan. ¡Qué dolor y qué amargura para María! ¡Qué soledad la de Nazaret!; la casa, el taller, le recordaban tantas cosas y ahora ¡todo vacío!, ¡todo entristecido! Sin embargo, María no se separa definitivamente de Jesús; sin Él no sabe vivir, le deja de ver y acompañar corporalmente, pero no espiritualmente. En espíritu, María estará día y noche donde está Él, sin acertar a pensar otra cosa más que en lo que Él hace, lo que a Él le ocurre, lo que Él se cansa, sufre y trabaja. ¡Qué fuerza más grande la del amor! Hace que no se separen las almas ni aun con la misma muerte. ¿Es así tu amor a Jesús? ¿Imitas a María en esta compenetración en Él?

COOPERACIÓN A SU OBRA APOSTÓLICA.- Desde su retiro de Nazaret, María cooperó y muy activamente al apostolado de Jesús. Mientras Él predicaba y trabajaba y caminaba, María oraba y suplicaba y sufría y con su oración y mortificación continua, ¡cuántas conversiones no conseguiría de las almas que escuchaban a su Hijo! Si convirtió el agua en vino por su intercesión, ¿no serían también por su intercesión muchos de sus milagros, muchas de sus conversiones?

Es cierto que Jesús no necesitaba de las oraciones de su Madre para hacer fructificar su predicación, pero quiso asociar a la Santísima Virgen y valerse de sus oraciones, para enseñarnos cómo la vida activa debe de ir acompañada de la contemplativa, que muchos de los frutos que consiguen los predicadores de la verdad, no dependen tanto de sus palabras como de las oraciones, quizás de las almas ocultas, que solo Dios sabe y conoce.


¡Qué hermoso apostolado! Entusiásmate con él; no podrás predicar ni hacer maravillas, ni obrar milagros, pero puedes, como María, mortificarte en el silencio, orar, suplicarle, sufrir por las almas y algún día conocerás el fruto de ese magnífico apostolado. Mira tu modelo en la Santísima Virgen. Verdaderamente que bajo este aspecto bien puede ser llamada “Reina de los Apóstoles”



jueves, 22 de febrero de 2018

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA

¡Oh Santísima Virgen! Socorrednos con vuestras súplicas a Dios, porque vuestras súplicas son para nosotros más preciosas y más eficaces que todos los tesoros del mundo


¡Oh gloriosísima Virgen! ¡Dignaos hacer que mi corazón se abrase siempre en vuestro amor y que mi alma sea siempre vuestra! ¡Tierna y divina Madre mía! Concededme, ya que tanto es vuestro poder para con Dios, que os ame como merecéis ser amada. Jesucristo, vuestro adorable Hijo, que ha amado a los hombres hasta morir por ellos en la Cruz, no podrá negarme esta gracia que tanto interesa a su gloria y que yo le suplico me conceda por vuestra intercesión. Haced ¡oh María! que solo viva de vuestro amor después del de mi Dios, para que un día pueda ser consumido en él y vaya a vivir eternamente en la mansión de los bienaventurados. Amén.

San Anselmo



lunes, 12 de febrero de 2018

EL AMOR DE MARÍA

Igualmente –comenta San Buenaventura- puede decirse que María amó tanto al mundo que le dio su Unigénito para que todos posean la vida eterna

Desde el momento en que fue constituida Madre del Salvador, nos amó tanto María Santísima –dice San Bernardino de Sena- y se entregó con tanta generosidad a procurarnos nuestra salvación, que “desde entonces nos llevó en su seno como amorosísima madre”. Pero lo mismo que la obra redentora de Jesús, comenzada en la Encarnación, se consumó en el Calvario, donde nos mereció con su muerte la gracia, así la maternidad de María en orden a nosotros, había de cumplirse y consumarse al pie de la Cruz. Mientras Jesús muere entre los más crueles tormentos, su amorosísimo Corazón nos preparaba el regalo más precioso que podía hacernos. La cosa más querida que Jesús poseía sobre esta tierra era su Madre; pues fue, precisamente, su dulce Madre lo que Jesús nos dejó como herencia preciosísima: “He aquí a tu Madre” (Jn. 19, 27) dijo a Juan: y al entregar su Madre al apóstol San Juan, que en aquel momento representaba a la humanidad entera, las palabras de Jesús eran expresión solemne de aquella realidad inmensa que se había iniciado en el primer instante de su Encarnación en el seno de la Virgen y que ahora se cumplía y se completaba allí, bajo la Cruz: la maternidad espiritual de María sobre nosotros. Fue en aquel preciso instante cuando la Virgen, juntamente con Jesús, salvaba nuestras almas al ofrecer por ellas la Víctima Divina, que era suya, porque era su Hijo. Con aquella oblación María nos consiguió la vida de la gracia; María es por lo tanto verdaderamente la mujer que nos da la vida en el orden sobrenatural: es nuestra Madre.


“Tanto amó Dios al mundo, que le dio su Unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn. 3, 16), dice el Evangelista. Igualmente –comenta San Buenaventura- puede decirse que María amó tanto al mundo que le dio su Unigénito para que todos posean la vida eterna. A este precio, entregando su Hijo, la Virgen ha llegado a ser Madre nuestra, y nosotros hijos suyos. Con razón Ella que nos ha engendrado a tan caro precio, quiere que vivamos como verdaderos hijos suyos, dignos de la vida de la gracia, brotada del pecho desgarrado de su Jesús y de su corazón de Madre, traspasado por la espada del dolor. 



miércoles, 7 de febrero de 2018

CONOCIENDO A MARÍA

SANTÍSIMA VIRGEN DE GÁDOR, BERJA (ALMERIA)

En el otoño de 1588, dos ermitaños de remota procedencia, Domingo de San Juan y Juan de Santa María, fundan un santuario sobre las ruinas de una pequeña iglesia existente en el despoblado paraje de Pixnela, al pie de la sierra de Gádor. En ella depositan una “figura de talla de Nuestra Señora con sus vestiduras de altura de poco más de media vara de alto”, a la cual dan el nombre de Nuestra Señora de Gádor.

Cuatro años después, los ermitaños abandonan la villa para entrar en una orden religiosa, cediendo la ermita y la imagen al pueblo de Berja, que la convierte en su patrona. Un patronazgo en el que acompaña a la Virgen San Tesifón, uno de los siete varones apostólicos del s. I, discípulos de Santiago apóstol, que España, el que según es tradición en Berja, apostoló en el lugar siendo su obispo. Que la zona registró una tempranísima cristianización lo atestigua, desde luego, el magnífico sarcófago paleo-cristiano del s. IV encontrado en la barriada de Alcaudique (Berja) en 1925, que puede Vd. admirar en ese gran museo que no me canso de aconsejar que es el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Ermita de la Virgen de Gádor
La preciosa imagen de la Virgen tiene toda una historia: ataviada con un rostrillo de oro, de tez tirando a morena, con una expresión solemne y mayestática y las manos abiertas, sujetando el cetro en la derecha, y a un Niño totalmente tallado y policromado con la izquierda, de su autor y procedencia nada se sabe. Sí, en cambio, que como tantas otras magníficas imágenes españolas, fue destruida durante la Guerra Civil, cosa que aconteció al anochecer del día 29 de julio de 1936.

No estuvo mucho tiempo Berja sin su Virgen, pues el 23 de septiembre de 1939, apenas terminada la contienda, el escultor granadino Eduardo Espinosa Cuadros la rehacía con gran parecido a la original, algo que supervisó muy de cerca el canónigo magistral de Granada, Francisco González López, y costeó Soledad González Vázquez. A la imagen se le incorporó un Niño Jesús antiguo, coetáneo del original. La obra de orfebrería se realizó en plata donada por los vecinos en forma de cubiertos y pequeños enseres, e imitan con gran exactitud las existentes antes de la destrucción durante la guerra. A ella se incorporan los mismos cinco ramos de laurel plateados que tenía, cuyo hallazgo se debe al joven Francisco Sánchez Garrido, el cual, terminada la guerra, en las inmediaciones de la acequia del “Molino de Papel”, al pie del cerro Montivel en Alcaudique, vio brillar algo, descubriendo que se trataba de los susodichos ramos de plata que alguno de los asaltantes del santuario habría guardado y de los que al terminar la guerra, prefirió deshacerse por motivos que huelga comentar.

Berja celebra sus fiestas patronales en honor a la Virgen de Gádor, con subida y bajada de la imagen desde el santuario de su nombre hasta la iglesia de la Anunciación, dos veces al año: la primera, el segundo domingo de Cuaresma; la segunda, en la primera quincena de septiembre. La tradición original es la primera, que se observa en Berja desde 1651, fruto del voto perpetuo hecho por el cabildo de la villa en rogativa por la tremenda sequía que la azotaba. La de septiembre surge del traslado de los actos lúdicos de marzo a la onomástica de la Virgen. Los cultos realizados durante sus bajadas producen a quienes visiten la iglesia de la Anunciación la Indulgencia Plenaria que otorgara el 20 de diciembre de 1870 el Papa Pío IX.

Desde 1993, Nuestra Señora de Gádor procesiona en marzo acompañada de su copatrono San Tesifón. Esta fusión de cultos tiene precedentes en el s. XVIII, cuando llegaron incluso a unirse sus cofradías, la de la Hermandad de Nuestra Señora de Gádor, que data del mismo acto de donación de los ermitaños a la ciudad, y la Hermandad de San Tesifón.

En cuanto a la iglesia de la Anunciación a la que procesiona la Virgen, ha ido creciendo desde el templo original levantado sobre una mezquita, hasta el excepcional ejemplo de neoclásico con planta basilical y tres naves que es el actual, construido tras el terremoto de 1804, al amparo de la bonanza económica que aportó a la zona la minería.