Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 18 de abril de 2018

ORACIÓN PIDIENDO A MARÍA EL DON DE AMARLA

¡Oh Santa Madre de Dios! ¡Dignaos protegernos y conservarnos bajo las alas de vuestra Piedad y vuestra Misericordia! 

¡Reina del paraíso y Madre del santo amor!, ya que eres la criatura más amable, la más amada de Dios, y quien más le ha amado, acepta que te ame también un pecador, el más ingrato y desdichado del mundo.

Viéndome, gracias a Ti, libre del infierno, y tan favorecido por Ti sin merecerlo, me he prendado de tu bondad, y en Ti he puesto toda mi esperanza.

¡Señora mía, te amo!, y quisiera amarte, más de lo que te han amado los santos de Ti más enamorados.

Quisiera, si en mí estuviese, hacer conocer a todos los que te ignoran, cuán digna eres de ser amada, para que todos te amasen y venerasen. Quisiera morir por tu amor, por defender tu virginidad, tu dignidad de Madre de Dios, tu Inmaculada Concepción, si por defender estos privilegios, fuera preciso dar la vida.

¡Amada Madre mía!, recibe mis afectos, y no permitas que un siervo que te ama, vaya a ser enemigo del Dios que tanto quieres. Así fui yo que ofendí a mi Señor. Pero entonces, María, no te amaba, y poco me importaba ser amado de Ti.

Pero ahora, nada deseo tanto, después de la gracia de Dios, que amarte y ser por Ti amado. Sé, mi Señora, la más agradecida y benigna, que no desdeñas amar a quien te ama, a la vez que no te dejas ganar en el amor.

Quiero amarte en el paraíso. Allí, a tu lado, conoceré de veras, cuán amable eres, y cuánto has hecho por salvarme; por eso te amaré con más fervor, y mi amor será eterno, sin temor de dejar nunca de quererte.

María, yo confío salvarme por tu medio. Ruega a Jesús por mí. Yo nada más anhelo, Tú eres mi esperanza. Por eso te cantaré siempre: “María, esperanza mía, tú me tienes que salvar”.

"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio



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